DILUCIDANDO LAS BUENAS NUEVAS

Iniciaremos una miniserie para reflexionar acerca de algunas distorsiones muy comunes que se han diseminado con respecto al evangelio....

Una de las primeras cosas que tuvimos que hacer mi esposo y yo cuando decidimos venirnos a los Estados Unidos fue estudiar varios billetes y aprendernos sus detalles para distinguir con facilidad si algún billete falso pasaba frente a nosotros... dado que las distorsiones de los billetes de ciertas denominaciones no solo abundaban, sino que surgían a un ritmo imposible de seguir, lo mejor era estudiar muy bien los verdaderos para poder captar rápidamente cualquiera que no lo fuese... ¡Con las falsas doctrinas con respecto al evangelio de Jesucristo es igual! Por eso es importante el tiempo que pasamos estudiando La Palabra de Dios, para distinguir lo falso con más facilidad y asegurarnos de que estemos construyendo nuestra casa sobre la Roca.

Comencemos por aclarar qué es el evangelio de Jesucristo...

El término “evangelio” quiere decir buenas nuevas, es decir una noticia buena. Jesucristo no solo es una buena noticia, ¡es la mejor!, y podemos resumirla en cuatro puntos básicos:

1. Dios nos ama, 

2. nosotros somos pecadores, 

3. Jesús murió por nuestros pecados, 

4. cuando nosotros creemos esto, somos perdonados...

Son muchos los pasajes bíblicos que hablan de lo que acabo de mencionar, pero hoy escojo el siguiente, tomado de la carta de Pablo a los creyentes que estaban en Roma. Léelo con calma y contrástalo tú mismo con los cuatro puntos básicos del evangelio que acabo de presentar.

“Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál principio? ¿Por el de la observancia de la ley? No, sino por el de la fe. Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no por las obras que la ley exige.” 
Romanos 3:22-28

Para estar muy claros acerca del fundamento del Evangelio, veamos este otro pasaje bíblico:

“En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia;

Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios! Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida! Y no solo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, pues gracias a él ya hemos recibido la reconciliación.
Romanos 5:1-3, 8-11

Este pasaje responde tres preguntas muy importantes que nosotros podemos utilizar como marco para construir una fundación firme del evangelio:

¿Salvados de qué?

¿Salvados por quién?

¿Salvados cómo?

En una próxima entrega estaremos respondiendo estas preguntas basándonos en el pasaje bíblico de hoy (Romanos 5:1-3, 8-11). Por hoy, observa detenidamente el texto y trata de responderlas. Presta atención a las siguientes frases:

Hemos sido justificados mediante la fe, (¿Entonces qué tenemos?)

Hemos sido justificados por su sangre, (¿De qué seremos salvados?)

Éramos enemigos... fuimos reconciliados (¡los dos en tiempo gramatical pasado! )

Gracias a Él ya hemos recibido la reconciliación. (¿Quién es “Él ”?)

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