ESE NO ES MI TRABAJO, Y NO HAY NADA QUE YO PUEDA HACER.
Hace unas semanas, escuché un sermón de mi pastor en el cual nos comentaba la historia que habia aparecido en las noticias acerca de un águila que había quedado atrapada por sus patas y cabeza abajo en un árbol de aproximadamente 21 mts de altura.
La gente pasaba y veía la escena asombrada pues no es un espectáculo común de presenciar y además ese animal es una especie en extinción y el símbolo de los Estados Unidos. La mayoría de los transeúntes se asombraban, comentaban y seguían su camino. El águila permaneció atrapada colgando de cabeza en el árbol por varios días, sin que nadie hiciera nada para ayudarla. Hasta que llegó un veterano del ejército, se conmovió por el pobre animal y comenzó a contactar a diferentes organismos a fin de que le prestaran ayuda al ave. La respuesta de cada uno de los representantes de diferentes organismos que se presentaron al lugar fue muy similar:
"Ese no es mi trabajo,
y no hay nada que yo pueda hacer"
Ante esta situación, el militar tomó la decisión de actuar y buscó su rifle con mira telescópica para tratar de disparar a la cuerda y liberar al ave. Pidió a los vecinos que buscaran una sábana grande para recibir al debilitado animal cuando cayera. Necesitó 150 disparos y aproximadamente 90 minutos - la cuerda solo tenía 10 cms de largo y había bastante viento - pero finalmente tuvo éxito en cortar la cuerda y liberar el águila. Los vecinos cubrieron el águila y la llevaron al Centro de Aves de Rapiña de la Universidad de Minnesota.
Cuando uno escucha este tipo de historias no puede dejar de relacionarla con lo que vivimos actualmente a nivel mundial, en nuestras naciones, en nuestras sociedades, nuestras comunidades, nuestras familias y hasta en nuestras vidas personales. Ese animal enredado, sin saber qué hacer, de cabeza, confundido, angustiado, exhausto, desorientado es la representación de lo que estamos viviendo en todos esos niveles mencionados. Por otro lado, y lamentablemente, esta historia refleja una reacción comunmente encontrada en nuestra vida cotidiana: una actitud pasiva y desinteresada porque al final de cuenta 'no es mi trabajo el resolverlo o sencillamente no es mi problema'.
La verdad es que los que nos llamamos realmente cristianos debemos de adoptar una posición más activa y comenzar a ser realmente sal, luz y el reflejo del amor de Dios para quienes nos rodean. Los valores y principios cristianos están desapareciendo paulatinamente en nuestras sociedades y esto está mermando su base que es la familia.
Como Hijos del Dios viviente debemos levantarnos y llevar SU mensaje a quienes no lo han escuchado, guiar y corregir en amor a quienes estén desorientados o confundidos, liberar mediante la Palabra a quienes estén atrapados en relaciones tóxicas, adicciones o conductas dañinas que no lo benefician ni glorifican a Dios, llevar palabras de aliento y esperanza a quienes estén agobiados, en fin reflejar el amor de Cristo en nuestras vidas.
Si queremos un mundo mejor, debemos empezar por un cambio en nuestra actitud como cristianos y en su núcleo que es la familia. Dejemos de ser espectadores y comencemos a ser los actores. Quizás nosotros no lo veamos, pero si logramos que de nuestros hogares salgan retoños con valores y principios del Reino de Dios, nuestro impacto para un futuro mejor será formidable.
Busquemos crecer en la Palabra de Dios, actuar de acuerdo a Sus principios en nuestras vidas y transmitir en amor todo lo que nuestro Padre Celestial nos ha dado.
Busquemos crecer en la Palabra de Dios, actuar de acuerdo a Sus principios en nuestras vidas y transmitir en amor todo lo que nuestro Padre Celestial nos ha dado.
¡Ese si es tu trabajo,
y hay mucho que puedes hacer!
y hay mucho que puedes hacer!
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