DIOS, DÓNDE ESTÁS? - PARTE 2
Jesús fue
muy claro cuando Nicodemo le preguntó cuál era el camino de la salvación. Jesús
le dijo: "De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el
reino de Dios” (Juan 3:3).
Imagino que la respuesta te debe dejar confundido como le pasó a Nicodemo. ¿Cómo es eso de nacer de nuevo? Nacer de nuevo simplemente significa nacer del Espíritu, creer en EL (Jesucristo). Implica aceptar a Jesús, el Hijo de Dios, como tu Salvador. Implica reconocer, arrepentirte y abandonar tus pecados, pedir a Dios que te perdone, y reconocer a Jesús como tu Señor en cada aspecto de tu vida. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).
Imagino que la respuesta te debe dejar confundido como le pasó a Nicodemo. ¿Cómo es eso de nacer de nuevo? Nacer de nuevo simplemente significa nacer del Espíritu, creer en EL (Jesucristo). Implica aceptar a Jesús, el Hijo de Dios, como tu Salvador. Implica reconocer, arrepentirte y abandonar tus pecados, pedir a Dios que te perdone, y reconocer a Jesús como tu Señor en cada aspecto de tu vida. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).
Cuando
escuchamos la palabra pecado, todos reaccionamos. La actitud más común es
rechazar, desconocer o simplemente evadir el tema. La realidad, aunque no nos
guste, es que TODOS, hemos pecado. "No hay justo, ni aun uno"
(Romanos 3:10). Por otro lado, tenemos una percepción incompleta acerca del carácter de Dios, de allí la importancia de
conocerlo a través de Su Palabra, la Biblia.
Generalmente decimos que DIOS ES AMOR y por lo tanto El no me enviará al infierno.
¡Y así es! Esto me recuerda una anécdota de mi pastor, según la cual una
viejita se le acercó preguntándole
porque si Dios es amor enviaba gente al infierno. El le respondió: Dios
no envía a nadie al infierno, ¡ellos se van solitos! Y es que además de
amor, DIOS TAMBIÉN ES SANTO, y no cohabita con el pecado. Así es que,
antes de poder entrar en la presencia de Dios, es necesario tratar con nuestros
pecados en la manera señalada por Él, en Su Palabra. Esto último nos muestra
una faceta más del carácter de nuestro Señor. DIOS ES JUSTO, y como tal puede juzgar y juzgará entre el bien y el
mal, y administrará justicia de acuerdo a Sus estándares, los cuales estableció
claramente a través de los 10 mandamientos, en tiempos del Viejo Testamento, y
del gran mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a
nosotros mismos (o incluso como Dios nos amó - Mateo 22:36-40 y Juan 13:34) en
tiempos del Nuevo Testamento. El hecho de que Dios es justo nos da un
significado moral supremo a nuestras vidas y nos hace responsables frente a Él de
nuestras acciones.
Desde los
tiempos del Antiguo Testamento Dios dispuso dos pilares fundamentales para la
administración de Su justicia. Por un lado definió normas de comportamiento
moral,(Mandamientos) y por otro, un sistema sacrificial (paz, agradecimiento,
propiciación) que permitía temporalmente al pueblo hebreo estar en paz con
Dios.
“Pero esos
sacrificios son un recordatorio anual de los pecados, ya que es imposible que
la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.” - Hebreos
10:3-4
Efectivamente
este sistema solo permitía cubrir los pecados temporalmente más no quitarlos, y
fueron establecidos como un reflejo imperfecto de la promesa de Salvación
mediante la fe que Dios había hecho a Abraham. Afortunadamente, tenemos un Dios
que además de que es amor, santidad, justicia TAMBIEN ES MISERICORDIA. Él nos ha proporcionado una manera para
poder reconciliarnos con Él y satisfacer Sus estándares. Ha proporcionado un
substituto que estuvo dispuesto a pagar completamente el precio dispuesto por
Dios para el pecado. Esto es un regalo de Dios, pero nosotros debemos estar
dispuestos a recibirlo.
Hizo esto a
través de la muerte de Su Hijo, Jesucristo, quien murió para pagar el castigo
que tendríamos que pagar por nuestra maldad (Romanos 3:24).
Por lo que
hemos venido descubriendo, estando o habiendo pecado no podemos estar en
presencia de Dios, que además de amor es Santo... de hecho, el pecado nos
coloca en situación de enemistad con Dios, es de esa situación que necesitamos
ser rescatados, pero nosotros no somos ni seremos capaces de salvarnos a través
de nuestros esfuerzos u obras. El vivir una vida moralmente correcta o hacer
buenas obras nunca será suficiente para cumplir con el estándar de Dios que es
perfección y menos pagar por nuestros pecados. ¡La buena noticia es que Dios, quien
además de amor y santo también es justo y es misericordia, proveyó el camino
para reconciliarnos con El y nos lo da como un regalo! Nosotros tenemos que
reconocer, arrepentirnos, dejar nuestros pecados, aceptar SU regalo de Gracia
por SU obra en la Cruz y hacerlo a ÉL Señor de nuestras vidas.
Si
realmente deseas encontrar a Dios, necesitas amarlo con todo tu corazón, con
toda tu alma, y con todo tu ser. Necesitas entregarte totalmente a Él, con todo
lo que tienes y todo lo que eres. Necesitas negarte a ti mismo, sacrificar tu
ego y cambiar las prioridades de este mundo por las prioridades del Reino de
Dios.
¿Realmente
quieres encontrarle y andar con Él?... La decisión es tuya… exclusivamente
tuya. Ni te imaginas lo cerca que Él
está de ti. Solo necesitas parar en tu camino actual, darte vuelta y dar un
paso hacia Él. Él te espera con sus brazos abiertos. Cuando des ese paso, Dios,
que es la fuente de vida, te dará una vida nueva, un corazón nuevo y la
voluntad de seguirle. ¡Habrás nacido de nuevo! "Todas las cosas son hechas
nuevas" (2 Corintios 5:17). No necesitas buscar un sitio especial, o estar
en una iglesia o templo para encontrarlo. No lo dejes para después, cuando
quizás ya no haya tiempo.
Dios, en su
gran amor, nos abre la vía para encontrarnos con Él. "Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
EL cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Juan 3:16). ¡Cristo es el
camino a Dios! Jesús dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie
viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).
¿Puedes tú,
ahora mismo, inclinar tú cabeza para confesarle a Dios?
"Padre Santo que estas en los cielos,
Vengo delante de ti reconociendo que eres el
único y verdadero Dios.
Con humildad te confieso que soy un/a
pecador/a. He vivido de una forma que no te agrada y que me ha alejado de ti.
Ya no quiero vivir enredado/a en mentiras,
odios, decepciones y en inmoralidad.
Quiero vivir para ti, Señor. Por esta razón te
pido perdón.
Entiendo que tu amor por mí es tan grande, que
diste a tu único hijo Jesús, para que muriera en una cruz por mis pecados.
Acepto a Jesús en mi corazón como mi Señor y
Salvador. Rechazo a Satanás y a su mundo de tinieblas.
Entrego mi vida a Jesús para que la limpie y la
restaure. Envía a tu Espíritu Santo para que fortalezca mi fe y me guíe cada
día.
Estoy agradecido/a de que eres un Dios que da
segunda oportunidades.
Hoy me alegro porque mi vida está llena de luz y de
esperanza.
Gracias por anotar mi nombre en el Libro de la Vida.
En el nombre de Jesús, Amén."
Y....¿Ahora
qué?...
Este solo
es el comienzo, ¡Dios te ha escuchado y la obra está hecha! Romanos 3:22 dice
que "Por medio de la fe en Jesucristo, Dios hace justos a todos los que
creen". Por fe has recibido la salvación que por gracia Dios nos ofrece.
¡El estará a tu lado en esta jornada!
Búscalo
cada día, agrádalo con tu vida y pídele
al Señor que te ayude a ser una mejor persona. Decimos que no tenemos tiempo, pero
es sumamente importante tomar el tiempo para conocer Su carácter y voluntad
leyendo y estudiando la Biblia y conversando con EL a través de tu oración
diaria. Busca congregarte para alabarlo, servirle y nutrirte con tus hermanos
en una iglesia cristiana.
¡Esto es fundamental!
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