TAN LEJOS Y A LA VEZ TAN CERCA


Hace algún tiempo tuve la oportunidad de ir con mi familia a conocer la prisión de Alcatraz en San Francisco - California.
En esta prisión, llamada "LA ROCA" purgaron sus condenas muchos criminales, entre los cuales pudiéramos nombrar a Al Capone, Robert Franklin Stroud - mejor conocido como "el hombre pájaro de Alcatraz"-, George "Machine Gun" Kelly entre otros.

Como amante de la historia, cuando me acercaba en el Ferry, estaba muy emocionado por la oportunidad que Dios me daba de conocer parte del pasado de esta nación. Una isla inhóspita en medio de la Bahía de San Francisco, donde solo habitaron criminales, sus carceleros y los alcatraces y gaviotas que anidan en ella. Les confieso que cuando ingresé dentro del edificio principal de reclusión y comenzamos a recorrer cada una de las celdas y las historias narradas por los antiguos guardias y prisioneros era como si realmente estuviéramos reviviendo el pasado. En el ambiente se sentía la tensión, el cansancio, las preocupaciones de los guardias así como la desolación, el temor, la desesperanza e incertidumbre de aquellos prisioneros, que si bien eran criminales,  al final de cuentas tambien eran seres humanos con una historia, familias y una vida truncada.

En uno de los pasillos había una sola pequeña ventana que en ocasiones le permitía a los que habitaban el recinto ver la ciudad a lo lejos, e incluso en navidad - si la brisa era favorable- escuchar las risas de las personas en fiestas de navidad y fin de año. Cuando miré por esa ventana e imaginé lo que sentiría un prisionero al estar tan lejos y a la vez tan cerca de la libertad me vino a la mente la misma sensación que muchos pueden tener al estar prisioneros en sus propias vidas, viviendo en su propia isla del Alcatraz. Así es, existen otras prisiones que no son tan fáciles de ver, como son: la prisión del alcoholismo, la drogadicción, pornografía, adulterio y muchos otros vicios y adicciones, los cuales consumen a las personas manteniéndolas convictas hasta su muerte. Quizá no se ven los barrotes de sus cárceles, pero están ahí. Otros estarán prisioneros del rencor, de la venganza, del odio, de sus ambiciones, de las apariencias, del dinero mal habido, inclusive de la religión.

Mientras vivamos nuestras vidas sin trascendencia eterna, atados a todo lo banal y complaciendo los deseos de nuestra carne estaremos siempre viendo a través de esa ventana, como prisioneros y sin esperanza.

Jesucristo es el único que nos puede liberar de esas ataduras,
El ya el pagó por el precio de nuestra salvación hace más de 2000 años.

De nuestra parte queda aceptar ese pase a la libertad, ese regalo que nos da el hijo de Dios llamado Gracia y así poder voltearnos desde el puerto dejando atrás a Alcatraz.

LO TIENES TAN CERCA!

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