RECOBREMOS NUESTRA VERDADERA PASIÓN
Dentro de sí dicen los necios: “Dios no existe”
Corrompidos están.
Sus hechos son repugnantes.
No hay nadie que haga el bien.
2 Desde el cielo, observa el Señor a la humanidad,
para ver si hay alguien con sabiduría, que busque a Dios.
3 Pero todos se han desviado; todos a una se han corrompido.
No hay nadie que haga el bien; ¡ni siquiera hay uno solo!
4 ¿Acaso no piensan esos malhechores, que devoran a mi pueblo como si fuera pan,
y jamás invocan al Señor?
5 ¡Pues van a temblar de miedo; porque Dios está a favor de los justos!
6 Los malvados se burlan de los pobres, porque ellos ponen su esperanza en el Señor.
7 ¡Que venga de Sión la salvación de Israel!
Cuando el Señor haga volver a su pueblo cautivo,
¡se alegrará Jacob, se regocijará Israel!
El salmista toma la oportunidad de describir al pueblo babilónico, una nación considerada enemiga de Israel. El salmista los tilda como “necios”, destacando una población corrupta, sin principios morales, llena de todo tipo de ritos, cultos, sortilegios, adivinaciones, supersticiones, liturgias, etc., En fin, desconocedores de Dios.
David dirige su poema al pueblo judío que, impresionado por la extravagancia y el esplendor de la cultura y religión de Babilonia, estaba perdiendo su pasión por la Jerusalén que le enseñó a buscar a Dios y seguir sus pasos.Viendo esa realidad, el salmista tenía una finalidad clara: evitar que su pueblo sucumbiera al encanto de esa sociedad, mucho más rica en posibilidades económicas, obtenidas a cualquier costo y sin importar ningún valor o principio moral y con una vida social aparentemente más “abierta y liberal”, comparada con la judía.
¿Les suena conocido este escenario?
Este salmo está vigente hoy en día, está dirigido también a nosotros, que vivimos en una tiempo en que la pasión por buscar al Señor cada día se va desvaneciendo. Así como sucedía en los mejores tiempos babilónicos, tiempos de las religiones idolátricas, nuestra cultura moderna ha logrado crear sus propios dioses e ídolos, (dinero, fama, poder, sexo, vanidad,el relativismo, el consumismo, trabajo, culto al cuerpo, relaciones personales,...etc - la lista es larga) logrando confundir, desviar y manipular la pasión y razón de sus seguidores y adoradores.
Mientras meditaba en el salmo, me llamó mucho la atención los versículos 2 – 3, allí se ve claramente nuestra condición de pecadores. El apóstol Pablo los cita de nuevo en Romanos 3:12. Él no sólo se refiere a los que no creen en Dios, sino a TODOS en general. Y ésa es nuestra verdadera imagen. Porque desafortunadamente, y aunque intentemos disfrazarlo o compararnos con otros “peores que yo”, todos somos pecadores. La condición natural del ser humano es corrupta, y en los tres primeros versículos el salmista nos ha dicho cuáles son las profundidades a las que el hombre puede llegar.
Cuando nos detengamos y, con humildad y honestidad, nos demos cuenta quienes somos, es cuando podremos tomar conciencia de que: somos incapaces de llegar al estándar de Dios, que es perfección, y que necesitamos un Salvador. Nuestra esperanza está solo en Cristo.
Este salmo es un llamado a mantener el camino, a recobrar la pasión por ese Dios que nos amó y nos ama aun siendo pecadores, que es amor y a la vez es Santo y Justo, que por nosotros cambió su corona de oro por una de espinas, que no nos necesita y que sabe lo que realmente necesitamos, que está con nosotros, aun cuando en ocasiones le damos la espalda, que no está en ningún lugar porque está en todo lugar; que no está allí donde la mano humana puede manipular, pero que está siempre allí donde hay necesidad de Salvación.
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