HASTA CUÁNDO, SEÑOR?


Salmos 13

13 ¿Hasta cuándo, Señor?
¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
¿Te olvidarás de mí para siempre?
2 ¿Hasta cuándo debo estar angustiado,
y andar triste todo el día?
¿Hasta cuándo mi adversario me dominará?

3 Señor y Dios mío, mírame y respóndeme;
ilumina mis ojos, y manténme con vida.
4 Que no diga mi adversario que logró vencerme.
¡Se burlará de mí si acaso caigo!

5 Yo confío en tu misericordia;
mi corazón se alegra en tu salvación.

6 Te cantaré salmos, Señor,
porque tú siempre buscas mi bien.

Aun cuando David escribió este salmo basado en sus tribulaciones, temores y angustias y mientras enfrentaba sus enemigos, pienso, sin temor a equivocarme, que aún está vigente en nuestra época. David estaba siendo perseguido implacablemente, obligado a esconderse en una cueva, en una situación realmente desesperada. Y es en esas condiciones, bajo esa presión, con esos miedos  que clamó a Dios.

Así como David, en nuestras vidas enfrentaremos situaciones similares... algunos ya las han enfrentado, otros las están enfrentando y algunos otros están por enfrentarlas. Cuando leemos este Salmo, nuestra primera impresión es que David se está refiriendo a enemigos humanos, personas reales, y es cierto, en ese momento su vida estaba en peligro. Nosotros también pudiéramos enfrentar situaciones en la cuales personas quieran hacernos daño, pero también pudiéramos estar amenazados por otros enemigos como una enfermedad, una adicción, un problema económico, una relación toxica, inclusive hasta por nosotros mismos… por supuesto sin dejar por fuera a nuestro enemigo natural – satanás – que siempre anda acechando como león rugiente (1 Pedro 5:8)

En ocasiones, cuando estamos siendo atacados o estamos en circunstancias adversas, podemos deprimirnos y abandonarnos, o quizás somos demasiado impacientes, nos dejamos llevar por nuestros impulsos sin buscar la guía de Dios y esto nos lleva a tomar decisiones o acciones que pudiéramos lamentar. Las circunstancias pueden llevarnos a sentir que no hay salida y que seremos vencidos; otras veces, podemos incluso sentir que no tenemos más fuerzas, y el enemigo parece ser más fuerte de lo que realmente es.

En su angustia David le pregunta al Señor: ¿Hasta cuándo mi adversario me dominará?

La respuesta nos las da el mismo Salmista: David oró para que el enemigo no llegase a tener dominio sobre él.¡La oración es un arma poderosa! Orar, como he dicho en otras oportunidades, es una conversación, sincera, abierta y honesta con nuestro Padre Celestial. ÉL no está esperando palabras pomposas o repeticiones interminables, ÉL espera un corazón abierto, una actitud humilde, una oración simple y sincera.

El Salmista estaba claro en sus limitaciones para salvarse o librarse de la situación por sus propias fuerzas. Aun cuando él hizo su parte protegiéndose y tomando todas las acciones para sobrevivir, estaba claro en que solo Dios era su salvación.

No se trata de "SI ACASO" enfrentaremos dificultades, 
sino de  CUANDO las enfrentemos.

De allí que debemos estar preparados y saber dónde poner nuestra mirada y nuestra esperanza. Así como David lo hizo, nosotros deberíamos hacerlo: volvernos a Dios en oración.

Como he dicho en otras ocasiones, cuando estamos en tribulación o prueba no es fácil recordar esto, lo importante es saber que como humanos somos débiles y podemos fallar, sin embargo nuestro Padre Celestial nunca falla y está allí 'en el hoyo' con nosotros. 

En la oscuridad de ese foso recordemos quien es nuestro REY, busquemos SU paz que sobrepasa todo entendimiento y depositemos nuevamente nuestra fe y confianza en ÉL.

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