EL SÍNDROME DEL AVESTRUZ
Esta semana leí un artículo relacionado con el impacto de la caída de los precios del petróleo a nivel mundial, pero lo interesante de este escrito es que se enfoca en lo que el escritor describe como el “síndrome del avestruz”.
Este fenómeno se presenta en las empresas con mayor frecuencia en época de incertidumbre económica. Sus síntomas más comunes van desde la negación y la postergación de decisiones cruciales, hasta la falta de comunicación. Básicamente consiste en “negar la realidad, tratar de tapar el sol con un dedo; pretender que todo tome su rumbo sin acciones de por medio” Entonces, los principales errores del síndrome del avestruz son la negación de la realidad y creer que la crisis general no nos afectaría.
No pude dejar de relacionar este artículo con el manejo de nuestras vidas, nuestras relaciones personales, familiares y el efecto que pudiera causar este tipo de actitud en nuestras vidas a corto, mediano y largo plazo. La expresión, "meter la cabeza como el avestruz" es usada para hablar de aquellas personas que cuando viene una dificultad, un problema o un enemigo, para no enfrentarlo simplemente lo evaden, haciendo como si no existiese. El inconveniente es que por mucho ignorar, la situación no se resolverá sola.
En nuestra vida estamos sujetos a enfrentar situaciones y tomar decisiones difíciles. Sin embargo, en ocasiones, el principal motivo por el cual preferimos evadir es que no somos sinceros con nosotros mismos sobre la situación en la que nos encontramos. Actuamos como el avestruz y evitamos hacer frente a la realidad por indecisión o simplemente temor. Resulta más fácil ignorar que afrontar nuestras responsabilidades. Lo lamentable de esto es que no podremos cambiar una situación si nos engañamos sobre ella, si la justificamos, si ponemos la responsabilidad en otro, si nos ponemos fuera del problema y no como parte de él, o si utilizamos eufemismos para explicarlo. Algunas frases sintomáticas de este síndrome son “por no discutir”, “a mí me da igual, me adapto”, ”deja que el tiempo curara las heridas” “esperemos a que solo se arregle”, “estoy muy viejo para cambiar ahora” entre otras.
Esto pudiéramos verlo en decisiones con respecto a nuestra vida, nuestros hijos, problemas de pareja, crisis familiares, en el trabajo… ustedes pueden añadir las que puedan estar presentes en sus vidas. El no enfrentar situaciones difíciles hace que dejemos de verlas… y eso nos llevará a problemas mucho más graves.
Hay dos formas de encarar los problemas:
Debemos comprender que los problemas son inevitables y que podemos crecer como resultado de ellos. Está en la Biblia, Santiago 1:2-4 (RVC) – “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando estén pasando por diversas pruebas. Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia. Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falta nada”...Entonces:
DEMOS EL PRIMER PASO:
El primer paso para sobreponerse a los problemas es el aprendizaje del manejo de los mismos con la predisposición correcta. Para esto,
Hay dos formas de encarar los problemas:
- La primera consiste en no ver las dificultades y esperar a que desaparezcan.
- La segunda en afrontar los desafíos, aunque eso suponga malestar.
Debemos comprender que los problemas son inevitables y que podemos crecer como resultado de ellos. Está en la Biblia, Santiago 1:2-4 (RVC) – “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando estén pasando por diversas pruebas. Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia. Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falta nada”...Entonces:
DEMOS EL PRIMER PASO:
El primer paso para sobreponerse a los problemas es el aprendizaje del manejo de los mismos con la predisposición correcta. Para esto,
- Enfrente la realidad. Deje de aparentar que las cosas están bien cuando no lo están. Cuanto antes enfrente la realidad mejor será la posibilidad de recuperarse.
- Asuma la responsabilidad. Esté dispuesto a tomar acción para encarar sus propios problemas. Nadie puede resolver sus problemas por usted.
- Haga lo correcto. Busque la manera correcta y hágalo, la palabra de Dios le guiará. Encuentre el propósito de Dios en todas las cosas.
Si Dios está realmente presente, entonces no estamos solos para resolver los problemas. Si SU voluntad soberana prevalece sobre nuestros problemas, entonces hay tres cosas de las cuales podemos estar seguros:
- La soberanía de Dios limita nuestra crisis. La Biblia deja bien en claro que nada que esté más allá de los límites puestos por el control de Dios puede tocarnos.
- La soberanía de Dios le da sentido a nuestros problemas. Los problemas de la vida no son episodios trágicos de una absurda leyenda en la existencia humana. ¡Dios está en la crisis!
- La soberanía de Dios nos da la seguridad de su gracia. No existe ningún problema en la vida que esté fuera de la gracia de Dios.
El concepto bíblico de FE es el de una profunda convicción con respecto a Dios, Sus valores y directrices, que nos llevan a someternos a Él y a actuar de acuerdo con ello. La auténtica fe involucra el compromiso total de uno hacia Dios. La fe no es un salto ciego al vacío. La fe involucra conocer, reconocer y creer los principios de la Palabra de Dios y ordenar nuestra vida de acuerdo a ella.
Dios nos dice cómo vivir victoriosamente. Él nos lo comunica en la Biblia.
Podemos hacerlo a nuestra manera o . . . a la manera de Dios.
¡Es nuestra elección!
La clave para manejar nuestros problemas es aprender a confiar en lo que Dios nos dice que hagamos con ellos. Sólo podemos esperar caminar en la dirección de lo que queremos si somos sinceros sobre dónde estamos y empezamos a confiar y actuar, bajo la guía del Altísimo, para cambiar las cosas.
Confiemos en Dios más que en nosotros para conseguir orientación.
“Así contarás con el favor de Dios, y con una buena opinión ante los hombres.
Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.”
Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.”
Proverbios 3:4-6
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