ENFOQUÉMONOS EN CRISTO, NO EN LAS CIRCUNSTANCIAS

Quizá muchos de nosotros nos hemos preguntando en alguna ocasión, por qué Dios permite ciertas cosas, por qué deja que personas continúen dañando a otros...
De igual manera pudiéramos tener la percepción de que, como somos cristianos, deberíamos vivir una vida sin conflictos ni problemas. Sin embargo el propio Jesús ya nos había advertido desde hace unos cuantos años que viviríamos situaciones difíciles en esta vida:

“Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. 
En este mundo afrontarán aflicciones
pero ¡anímense! 
Yo he vencido al mundo.” 
Juan 16:33

Alguien quien pudiera hablarnos de sufrimiento y darnos una cátedra de cómo manejar circunstancias difíciles es el apóstol Pablo. Aun cuando estaba en una celda oscura, húmeda y helada, mantenía sus ojos en Cristo y confiaba firmemente en Su Salvador. A pesar de estar encadenado, podía regocijarse por la obra del Señor en su vida. Es sorprendente cuando leemos la epístola que escribió desde la cárcel, llena de gozo y exhortación para los Filipenses:
  • “Así también ustedes, alégrense y compartan su alegría conmigo.” Filipenses 2:18
  • “Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor. Para mí no es molestia volver a escribirles lo mismo, y a ustedes les da seguridad.” Filipenses 3:1

Sé por experiencia propia que centrar nuestra mirada en Cristo, cuando atravesamos momentos difíciles, no es una reacción natural ni fácil. Nuestro instinto es enfocarnos en la situación que vivimos, buscando soluciones o centrándonos en el dolor y la dificultad. El resultado es que los problemas (nuestros gigantes) se crecen, lucen aterradores y nos abrumamos en una sensación de derrota y desconsuelo.

Pero la angustia y la derrota no pueden vivir mucho tiempo en un corazón que confía en el Señor. No estoy diciendo que olvidaremos lo que estamos viviendo, pero sí podemos tornar nuestra mirada hacia el único que puede auxiliarnos.

ÉL ES NUESTRO LIBERTADOR

“Él nos libró y nos librará de tal peligro de muerte. 

En él tenemos puesta nuestra esperanza, y él seguirá librándonos.” 
2 Corintios 1:10

Él ES NUESTRO SANADOR: 
”¡Vean ahora que yo soy único! No hay otro Dios fuera de mí. 
Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad. 
Nadie puede librarse de mi poder.” 
Deuteronomio 32:39

Él ES NUESTRO GUÍA: 
“Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.” 
Proverbios 3:6

Les aseguro que no estaremos felices en una situación difícil, pero podemos sentirnos satisfechos y llenos de gozo sabiendo que Dios tiene el control y que hará algo bueno en medio de nuestras circunstancias adversas.

Recordemos que nuestro Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Sus preceptos y promesas no cambian, no importa qué tan grave o dolorosa sea la situación.

Enfoquémonos en Cristo, no en las circunstancias; Dios confortará nuestro corazón y nos dará la victoria en la prueba.

Entonces podremos responder al llamado de Pablo desde su oscura, fría y húmeda celda:

“Alégrense siempre en el Señor. 
Insisto: ¡Alégrense!” 
Filipenses 4:4

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