CRISTO, PORTADA DE NUESTRA VIDA
En estos días en los que las comunicaciones y las noticias son instantáneas, hemos sido testigos de eventos que suceden a miles de kilómetros en tiempo real y hemos estado envueltos en noticias que captan nuestro interés y ocupan las portadas de los diarios;
otras no son muy importantes y generalmente ocupan un espacio en el medio del diario o en la última página.
Pudiera enumerar muchas noticias y eventos que han ocupado la primera plana y la atención del mundo: las olimpiadas, los mundiales de fútbol, genocidios, guerras y conflictos políticos regionales, ahora -para los fanáticos del fútbol latino- la Copa América, etc. Dependiendo del evento o la noticia, todas las televisoras le dedican espacios exclusivos, le dedican reporteros, y las personas los siguen con detenimiento y en ocasiones hasta se trasnochan para seguirlo por la diferencia de horarios. En conclusión, esas noticias y esos espacios se convierten en prioridad y primera plana en nuestras vidas.
La realidad es que cuando todo pasa, a las pocas horas, todo se olvida y se transforma en una buena anécdota. El mundo sigue igual y la vida continúa.
Pero hace más de dos mil años, ocurrió un suceso que no fue televisado, ni transmitido por los canales internacionales, no habían reporteros, ni técnicos en medio del campo, sino solo tres cruces de las cuales una se destacaba por el tipo de persona que tenía clavada allí y que cambió la historia del mundo. Nadie se imaginó que este suceso, en el que aparentemente algunos criminales eran asesinados como era costumbre, llegaría a cambiar el curso de la historia del mundo.
Hechos 4:10-11
Sepan, pues, todos ustedes y todo el pueblo de Israel que este hombre está aquí delante de ustedes, sano gracias al nombre de Jesucristo de Nazaret, crucificado por ustedes pero resucitado por Dios. Jesucristo es "la piedra que desecharon ustedes los constructores, y que ha llegado a ser la piedra angular"
Para muchos en ese entonces, ese día en el Calvario solo murió un criminal, para otros, un profeta, para nosotros, fue el día en que se marcó el inicio de nuestras vidas. Fue el día en que Dios usó una situación poco prometedora y la convirtió en un suceso que cambió al mundo entero y le trajo la gloria. Ese día, esa noticia que parecía sin importancia, ocupó y sigue ocupando la primera plana en la vida de un discípulo.
Cuando cambiamos de la primera plana el sacrificio de Cristo y lo reducimos "al medio o al final, como a una noticia menor" minimizamos lo que Dios hizo por nosotros. Le decimos a Dios que su sacrificio no es importante en nuestra vida y que hay otras cosas que nos mueven mucho más.
Nunca quitemos a Cristo de la portada de nuestra vida,
Él siempre tiene que estar en primera plana.
¡Porque lo que hizo por nosotros es inigualable,
no hay nadie que merezca más que Jesús ocupar el primer lugar de nuestros días!
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