NUESTRO ESCUDO Y NUESTRA GLORIA

Salmos 3

"Muchos son, Señor, mis enemigos; muchos son los que se me oponen, y muchos los que de mí aseguran:
“Dios no lo salvará.”
Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria;
¡tú mantienes en alto mi cabeza!
Clamo al Señor a voz en cuello, y desde su monte santo él me responde.
Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene.
No me asustan los numerosos escuadrones que me acosan por doquier.
¡Levántate, Señor!
 ¡Ponme a salvo, Dios mío!
¡Rómpeles la quijada a mis enemigos! ¡Rómpeles los dientes a los malvados!
Tuya es, Señor, la salvación;
 ¡envía tu bendición sobre tu pueblo!"


Todos hemos experimentado o experimentaremos situaciones difíciles y desalentadoras. Períodos en que enfrentamos dificultades, adversarios de todo tipo, sean enemigos físicos o espirituales, problemas económicos, adicciones, malas influencias, enfermedades, etc. y nos sentimos desamparados y sin escape.
 
Este salmo nos recuerda que nuestro Dios está vivo y que nos escucha. Nos afirma que ÉL está sentado en SU TRONO, que está en control de la situación y nos recuerda hacia donde dirigir nuestra mirada en esos momentos donde la desesperación nos embarga.
 
Debemos dar gracias siempre y en todo momento a nuestro Señor, esta es una actitud que tenemos como Sus hijos. Aun más, cuando nuestra situación sea difícil, nuestra primera reacción debe ser buscarlo, clamar por ÉL e implorar por su guía, protección y ayuda.
 
 Hermanos, el mismo Jesucristo nos dijo que este mundo afrontaremos aflicciones (Juan 16:33)… Pero no perdamos la esperanza pues también dijo:

 PERO ¡ANÍMENSE! YO HE VENCIDO AL MUNDO. 

Cuando estemos frente a estas situaciones recordemos que solo DIOS nos sustenta día y noche, ÉL es nuestro escudo, nuestra gloria y quien levanta nuestra cabeza.
 
 ¡ALELUYA!

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