CABALGANDO DOS CORCELES



Posiblemente alguna vez hayan ido a un circo o quizás hayan visto alguna escena en un película en donde un jinete esté cabalgando de pie sobre dos caballos. Este apoya sus pies sobre el lomo de cada uno de los animales. El jinete puede mantener su equilibrio porque los caballos están muy cerca. Sin embargo, si se separan, el jinete tendrá que optar por pararse sobre uno solo de ellos para evitar caer. Esta es una visión muy similar a nuestra jornada espiritual en esta vida. Vivimos en un mundo donde existen dos perspectivas:
La perspectiva secular, la cual considera al hombre como el centro, esencialmente bueno y que forja su propio destino. Este pone límites a sus propias metas y a su búsqueda de conocimiento, vive según pautas morales que el mismo elige, basadas en sus propios criterios los cuales evolucionan y cambian de acuerdo con las circunstancias y el momento.
La otra es la perspectiva cristiana, según la cual existe un Dios Creador y Todopoderoso. Un Dios vivo, omnisciente, que posee todo el conocimiento y ha establecido normas morales absolutas para nuestro bien por las que espera que vivamos. Entre otros atributos Él es Amor, Santidad y un Dios personal.

El problema al cual nos enfrentamos como cristianos en el siglo XXI es que vivimos el día a día bajo la tiranía de los problemas de hoy, dejándonos llevar por la velocidad de esta vida, lo que nos impide hacer un alto para meditar y forjar nuestra visión de vida sobre la base de la búsqueda de la verdad, el conocimiento y la obediencia a nuestro Salvador. Esto nos lleva a una confusión, pues al no ver claramente la diferencia entre estas dos perspectivas (la secular y la cristiana), aplicamos los principios equivocados en nuestras vidas. Muchos dicen que los cristianos vivimos tratando de evangelizar a las personas, ¡y es verdad! porque esta es nuestra gran comisión según la Palabra de Dios. Sin embargo, tenemos que darnos cuenta de que vivimos en un constante bombardeo de mensajes hedonistas que nos tratan de convertir a un estilo de vida secular. Esta es una gran verdad y debemos reconocerla. Aquellos que siguen la perspectiva secular también trabajan duro para hacer nuevos conversos.
Estamos montados en dos caballos que aparentemente están muy cerca el uno del otro. La realidad, si hacemos un análisis profundo, es que están bien distantes. Aquí, como el equilibrista del circo, debemos optar por asentarnos sobre uno u otro.
“Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo."
Colosenses 2:8
Nuestra época está marcada por la indiferencia, el relativismo, la aceptación de todo a todo costo. No existe una verdad absoluta y debemos tener “apertura” para decir si a cualquier cosa que se presente. El único enemigo es el que no es receptivo a todo. Esta línea de pensamiento nos lleva a una ceguera tal que nos impediría identificar si el jinete está montado en caballos o burros y definir cuál de los dos animales es mejor aun cuando pudiera percibir la diferencia entre ambos.
Muchos somos cristianos en espíritu, pero mundanos en la práctica. Nos hemos convertido en cristianos de etiqueta o sociales, confundidos y atrapados en la perspectiva secular, cautivos de “la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas”.
Nuestro amoroso Dios nos dejó su Palabra y un solo guía, el Espíritu Santo. Busquemos el conocimiento de la verdad a través de Su Palabra. Un conocimiento que se traduzca en un cambio radical y en frutos para nuestra vida y la Gloria de Dios.
Aquí es importante preguntarnos: 
¿Nos hemos detenido alguna vez para analizar nuestras vidas? Y si es así,
¿Hemos definido los contrastes entre estas dos perspectivas de vida?
¿Hemos forjado nuestra perspectiva de vida basándonos en los principios del Reino de Dios o en la visión de este mundo?
El primer pasó que debemos de dar para conocer el plan de Dios en nuestras vidas y forjar nuestra perspectiva de vida es efectuar un análisis profundo y sincero de nosotros mismos.

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