GRANDES SIENDO SIERVOS!


Apreciados hermanos,

Hemos venido descubriendo paulatinamente nuestro verdadero rol en el esquema diseñado por Dios para el hombre en su Reino. Nuestras palabras y acciones, bajo la guía y liderazgo de Cristo, tienen un impacto que escapa inclusive nuestra imaginación.

Este es un tema muy importante en nuestro rol como hombres del Reino de Dios, somos grandes y debemos buscar la grandeza en términos divinos - (EN CRISTO). Este tema, en ocasiones, es malinterpretado. Efectivamente, como cristianos, somos llamados a ser humildes y siervos de Dios, pero la verdadera grandeza, no invalida ninguna de esas características, de hecho la auténtica grandeza incluye la verdadera definición de cada una de ellas.

A los cristianos se nos llama en la Biblia con diferentes nombres: creyentes, hermanos y santos, pero un título que pocas veces nos damos es “servidores de Cristo”. Sin embargo, eso es exactamente lo que el Señor nos pide que seamos.

Después de que sus discípulos discutieron en cuanto a quién sería el más grande de todos ellos, el Señor Jesús les hizo un llamado a ser grandes en el Reino siendo siervos de todos.

Cristo no es solo nuestro Salvador; es también nuestro Señor y Maestro, y ¡El debe ser nuestro único modelo a seguir!

Así como Él sirvió a su Padre al interesarse por su pueblo, nosotros servimos a nuestro Dios atendiendo, con diligencia y amor, las necesidades temporales y espirituales de quienes nos rodean.

El servicio es esencial para nuestro crecimiento espiritual. Dios siempre está obrando en la vida del creyente para hacerlo más como Cristo (Romanos 8:29). Pero el egocentrismo es un gran obstáculo en este proceso. Servir a los demás es una de las herramientas que el Señor utiliza para sanarnos del egoísmo. El servicio es necesario para lograr el propósito de Dios. Él ha designado tareas específicas para cada uno de nosotros, que debemos realizar en el curso de nuestra existencia (Efesios 2:10)

Si solamente recibimos y nunca damos, nos perderemos de lo que Él ha dispuesto para nosotros. No olvidemos que tenemos un llamado especial y que lo llevamos a cabo solo cuando realmente nos convertimos en un servidor del Señor.

Aprovechemos las oportunidades que el Señor nos presentará para servir a otros. Tomemos nuestro lugar al lado de Cristo, quien fue el siervo más grande de todos.

Recordemos: ¡La guerra ya ha sido ganada en la Cruz!—nuestra alma le pertenece a Dios, pero la batalla por nuestro testimonio en este mundo sigue con furia.

Nuestras obras no nos salvan, 
pero son testimonio de nuestra salvación 
en CRISTO.

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