CREADOS PARA LA GRANDEZA - Parte 1

En general, como seres humanos, tenemos ansias de trascendencia, de influencia y de producir impacto. No solo queremos ser grandes; también buscamos reconocimiento. Algo que quizás puede sorprendernos es que, a pesar de lo que usualmente escuchamos en la enseñanza bíblica sobre el servicio y la humildad, Dios también quiere que seamos grandes.

El apóstol Pablo exhortó a las personas que estaban bajo su influencia cuando les escribió:
  • "...que cada día su comportamiento sea más y más agradable a Dios..." 1 Tesalonicenses 4:1
  • "...manténganse firmes y constantes, y siempre creciendo en la obra del Señor..." 1 Corintios 15:58.
  • y que procuraran la grandeza en todo lo que hicieran, lo cual -según 1 Corintios 10:31-debía ser hecho para glorificar a Dios.
¡GLORIFICAR A DIOS!
Ese es nuestro llamado y debemos vivir esta verdad.

Aspirar a la grandeza  no es algo que tengamos que murmurar cuando nadie nos escucha, ni una idea que debemos dejar cuando entremos a nuestra iglesia. Efectivamente, como cristianos, somos llamados a ser humildes y siervos de Dios, pero la verdadera grandeza, no invalida ninguna de esas características, de hecho la auténtica grandeza incluye la verdadera definición de cada una de ellas.

Humildad no es andar con los hombros caídos, con la cabeza baja y cara de derrotados haciendo todo lo que nos piden. Eso no es humildad en absoluto. Eso es mas bien, el intento del mundo por castrar al hombre. Es la táctica de satanás para marginar a los mejores jugadores del Reino de Dios, y tú eres uno de Sus mejores jugadores. Al disfrazar la complacencia como una virtud y a la mediocridad como una meta, satanás nos ha neutralizado.

De igual manera, humildad no es una debilidad como se nos ha hecho creer. La verdadera definición de humildad no annual ni descarta la pasión por la auténtica grandeza. La pasión simplemente significa deseo. El deseo se vuelve algo malo solo cuando está mal dirigido.

Humildad, simplemente representa someternos a un control más alto; significa someternos al gobierno del Reino de Dios.

Números 12:3 nos cuenta que "Moisés era un hombre muy humilde. En toda la tierra no había nadie más humilde que él". El hombre más humilde de esa época condujo uno de los rescates más valientes hacia la libertad, de hecho solo alguien como Charlton Heston pudo caracterizarlo en el cine. Moisés era poderoso, fuerte, influyente e importante.

Dado que Moisés fue capaz de someterse a la autoridad divina, Dios pudo hacer grandes cosas en él y por medio de él. Moisés estuvo dispuesto a servir los propósitos de Dios para reflejar la gloria de Dios, más que la propia. Es vital que en nuestro deseo de grandeza, nunca tratemos de robar la gloria de Dios. No caigamos en el error del faraón cuando le negó a Moisés la libertad del pueblo de Israel, y de una forma le dijo a Dios - Yo estoy a cargo - Cuando tomamos esa actitud en nuestras vidas " Es mi trabajo, mi carrera, mi familia, mis finanzas", le decimos a Dios "aquí el que manda soy yo." Moisés se puso debajo de Dios, fue testigo de cómo lo sobrenatural invadió lo natural, y así, el nombre de Moisés pasó a la historia.

Para ser humildes se necesita grandeza y la verdadera grandeza proviene de someternos a la guía de nuestro Señor Jesucristo. Si somos humildes, tal y como lo hizo con Moisés, Dios hará también grandes cosas a través de nuestras vidas.

Amigos, Dios no está en contra de la grandeza. Dios está en contra del orgullo. Existe una enorme diferencia, lamentablemente no es muy comprendida, ni aceptada.

"La grandeza es aprovechar al máximo su potencial 
para la gloria de Dios y para el bien de los demás"
Dr. Tony Evans

Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, 
las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.
Efesios 2:10

Seguiremos ahondando en el tema...

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