UN HOMBRE DEL REINO PREDICA CON EL EJEMPLO
¿Alguna vez te has preguntado qué harían tus hijos si siguieran tu ejemplo? Si te detienes a pensarlo, lo más seguro es que encuentres cosas en ti que no quisieras que tus hijos repitieran, llámense rasgos, hábitos ó dificultades. Aunque reconozco que el liderazgo es un asunto complejo, quiero enfocar la atención en algo muy básico pero crucial: ¿a dónde llegarían los que siguen tu rumbo?
Me he dado cuenta de que progresivamente hemos ido perdiendo nuestro rol y liderazgo como hombres bajo la guía de Dios. Los cambios sociales, culturales y hasta religiosos de nuestro tiempo, han ido desdibujando nuestro rol en la sociedad y particularmente en nuestros hogares.
Sin duda que los tiempos han cambiado, lo que no es nuevo es la solución que podemos aplicarle a nuestras dificultades: otorgarle a Dios el primer lugar en nuestra existencia, permitirle que reine en nuestro hogar y que nos ayude a recobrar—como hombres—el liderazgo que estamos llamados a ejercer en la familia y la sociedad.
Somos responsables de proveer en nuestros hogares. "¿Proveer qué?", podrías preguntarte, yo te diría que no solo proveer en lo material, sino sobre todo responsables de suministrar ejemplo y fuerza espiritual. Para asegurar el sustento de aquellos bajo nuestra responsabilidad, es vital que nos alimentemos espiritualmente para así nutrir a nuestra familia e incluso a las personas en nuestro entorno de influencia.
Necesitamos conocer la identidad que nos ofrece Dios para poder cumplir con nuestro propósito, aquél para el cual fuimos concebidos. Esto será posible cuando permitamos que la Palabra de Dios transforme nuestros esquemas de pensamiento y asumamos los principios del Reino de Dios.
Entonces, el problema central que enfrentamos como líderes es que nos hemos alejado de Dios y dejamos de lado los principios y valores que nos ayudan a tener realización plena. (¡Sólo Dios puede proveerla!)
Cuando le concedemos a Dios el primer lugar en nuestra vida y le abrimos las puertas de nuestro corazón para que Él obre en todo nuestro ser, estamos dando el primer paso para recobrar nuestro rol y liderazgo en el hogar y en la sociedad en la que nos desenvolvemos.
Alcanzaremos nuestra plena realización cuando descubramos el propósito original de Dios para nuestras vidas y podamos ser modelo de vida para nuestros hijos y aquellos en nuestra área de influencia.
Un Hombre del Reino es un ejemplo que vale la pena seguir y conduce a puerto seguro.
"Imítenme a mí, así como yo imito a Cristo"
1 Corintios 11:1
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