ESTE CAMPO LLAMADO VIDA
Para aquellos que han practicado algún deporte es fácil entender que la victoria no llega solo porque lo deseamos, sino que conlleva esfuerzo hasta el final de cada competencia. La victoria llega para quienes entienden que cansancio y dolor son simplemente palabras y el objetivo es mucho más importante que ellas.
Comparto una imagen presentada por el Dr. Evans que evoca muy claramente el tema. Todos conocemos como se juega el fútbol. En el campo se congregan tres (03) equipos. Si, son tres, no es un error de tipeo: están los dos equipos contendientes y un tercer equipo que de no presentarse habría caos en el partido. Esto porque este equipo es el conformado por los árbitros.
Lo importante de este equipo es que su compromiso no es ni con los jugadores, ni con los espectadores. Su compromiso y lealtad -en este caso- pertenecen a un reino completamente diferente llamado la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). Este reino establece las reglas a través de un manual que los árbitros deben hacer cumplir en el terreno de juego.
Aun cuando ambos equipos están constantemente presionando a los árbitros para que los favorezcan en sus decisiones, estos últimos, a pesar de sus preferencias personales o emociones, deben mantenerse bajo las reglas de este manual que representa la autoridad de la FIFA delegada en ellos.
Cuando un árbitro, por influencia de los jugadores, fanáticos o preferencias personales, no hace cumplir lo estipulado en el manual, ya no está desempeñando sus funciones y perderá el apoyo y cobertura de la FIFA. En el instante en que el árbitro sale de las reglas del manual deja su estatus y se convierte en un fanático, perdiendo toda legitimidad en relación con la autoridad delegada en su persona.
Jesús no nos pide como hombres que seamos fanáticos, Él ya tiene demasiados cada domingo en la iglesia donde se reúnen cantan, oran, adoran, etc. Ningún fanático define realmente un juego o el final de una batalla.
Jesús quiere hombres que gobiernen bien en un mundo en crisis. Nosotros, sus árbitros en la tierra, estamos encargados de hacer cumplir Sus reglas y de no dejarnos llevar por lo que la mayoría dice, o por el pensamiento más popular del momento, ni siquiera por nuestras preferencias personales, todo esto a fin de evitar que el caos se implante en este campo llamado vida.
Desafortunadamente, el abuso que hacemos del término "gobernar" a través de imposiciones y relaciones abusivas, ha distorsionado el llamado legítimo de Dios a que los hombres gobiernen bajo Su soberanía y principios, generando así un conflicto. El concepto bíblico de gobierno no es de imposición ni una postura de dominación arbitraria, sino más bien la aplicación de principios bíblicos para guiar, dirigir y regir en nuestro círculo de influencia bajo la cobertura de Dios.
Quiero que sepan que no estamos en un juego, estamos en una guerra. Lamentablemente las bajas de este conflicto son más importantes que la puntuación final de un partido de fútbol. Se perderán vidas de seres queridos y la eternidad se convertirá solo en un sueño para algunos.
Cuando un árbitro no cumple con sus funciones, esto genera caos que se traduce en gritos por parte de fanáticos y jugadores pidiendo que arbitre correctamente. Si los árbitros se quedan solo de espectadores, se perderá la motivación, el interés y el orden.
Si escuchamos con cuidado podemos oír esos mismos gritos en el caos de hogares, escuelas, comunidades, países y desde cada alma afectada por la ausencia de un hombre que cumpla con su rol de acuerdo con la Palabra de Dios.
Este grito está en los latidos del niño criado sin padre, en los sueños de la mujer truncados por un hombre irresponsable, en el alma solitaria de la joven buscando un hombre adecuado para casarse y en cada comunidad e iglesia en donde falta la contribución masculina.
¿Han escuchado esos gritos en sus vidas?
Un Hombre del Reino se enfoca en un propósito, a pesar de las circunstancias: expandir el Reino de Dios por el bien de quienes están en el y para la Gloria de Dios. Como representantes del REY, nuestro propósito es mucho mayor que nosotros mismos y el impacto es mucho más grande de lo que pudiéramos imaginar.
Señor, dame a conocer tus caminos;
¡enséñame a seguir tus sendas!
Todo el día espero en ti;
¡enséñame a caminar en tu verdad,
pues tú eres mi Dios y salvador!
Salmos 25:4-5
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