CORTA EL PESADO BULTO

Generalmente cuando pecamos, lo reconozcamos o no, en el fondo de nuestro ser, sentimos el peso de nuestra conciencia.

En ocasiones es saludable, pues puede movernos a corregirnos y cambiar nuestra conducta. Sin embargo, existe el peligro de cargar en nuestras vidas el peso de esa culpa. El corazón pudiera condenarnos, obsesionado con la idea de que Dios no nos perdonará, sin importar lo arrepentidos que estemos. Si nos hundimos en ese sentimiento, el enemigo se aprovechará y nos incitará a darnos por vencidos y a creer que Dios nos considera inútiles e indignos de servirle (2 Corintios 2:5-11).

Al igual que muchos de nosotros, David soportó la carga de sus pecados: - "Mis maldades me abruman, son una carga demasiado pesada. Me siento débil, completamente deshecho; mi corazón gime angustiado. (Salmo 38:4,8)

Aunque sabía lo abrumadora que es una conciencia culpable, David halló consuelo para su atribulado corazón. Comprendía que Dios odia el pecado, pero no al pecador, que lamenta sinceramente su mala conducta y la rechaza...pero que está listo y con los brazos abiertos para recibir al arrepentido.

"Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan."
(Salmo 86:5)

Esta semana leí un devocional del Dr. Charles Stanley y quiero compartirlo con ustedes:

PARA ELIMINAR EL PESO DE NUESTRAS CARGAS (Dr. Charles Stanley)

En la película de 1986, La misión, un traficante de esclavos apellidado Mendoza, agobiado por el sentimiento de culpa, se esfuerza por escalar una montaña mientras lleva encima un pesado bulto lleno de armas. Deliberadamente eligió esta engorrosa carga como penitencia por los violentos pecados de su pasado.

Estando en la cima de la montaña y en lo peor de su frustración, Mendoza se balancea peligrosamente en una cresta infranqueable, con su embarazoso bulto que le impide moverse un centímetro más. Mientras hace toda la fuerza que puede, un joven nativo se acerca y saca un gran cuchillo. Mendoza teme por su vida, pero el joven tiene otra cosa en mente. Corta el pesado bulto de la espalda de Mendoza, y lo deja caer en la profunda hondonada.

Incapaces de comunicarse entre sí, los dos hombres se abrazan mientras las lágrimas de Mendoza revelan su profunda gratitud.

Aunque el pecado destruye la vida de todos, Dios no nos ha llamado a llevar el peso de la culpa en nuestras espaldas. Tampoco nos exige que expiemos nuestros delitos. En vez de eso, Él envió a su único Hijo, Jesús, para cargar con los pecados de toda la humanidad. La sangre del Salvador fue derramada para eximirnos del pago de la deuda que cada uno de nosotros tenía con Dios (Juan 3:16; Romanos 4:25).

¿Qué carga estás llevando en este momento? - El Salmo 55:22 dice que la echemos sobre el Señor.

¿Dejarás que el Señor Jesús “corte el lazo” y que Él te reciba con sus brazos extendidos?

"Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar,
que yo los haré descansar."
Mateo 11:28

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