DECIDAMOS A QUIEN VAMOS A SERVIR.

Servir al verdadero Dios fue el norte en la vida de Josué, sucesor de Moisés (Josué 24:14-25).

"...ahora ustedes entréguense al Señor y sírvanle fielmente. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan sólo al Señor". (Josué 24:14)

La generación de los que nacieron en el desierto, hijos de los que salieron de Egipto bajo los grandes milagros hechos por Dios, estaba pasando. Probablemente, algunos - de niños -habían podido presenciar los milagros de Dios en la vida de sus padres. Llegaron adultos a Canaán tras la muerte de sus padres y Moisés, pero tenían una batalla por delante: conquistar la tierra que Dios les había prometido. Cuando llegaban ya al final de sus propias vidas, habiendo conquistado parte de la tierra, su líder Josué les dirige un discurso convocándoles a que consagraran una vez más sus vidas al servicio del verdadero Dios. Josué puso su énfasis en el servicio que cada uno debe prestar al Señor. La palabra “servicio” o “servir” esta 14 veces en este libro con un fuerte sentido de adoración y consagración a la obra de Dios. 
 
Basándonos en la vida y en el discurso de Josué (capítulo 24 de Josué) tenemos algunos elementos claves para nuestra consagración y servicio al verdadero Dios: 
 
1. Conocer la historia de la salvación: 
 
Para servir adecuadamente al verdadero Dios es imprescindible involucrarnos profundamente con la historia de salvación que tiene su climax en Jesucristo. Para ello, tenemos la Biblia que además de registrar los eventos de la salvación, nos guía con precisión en la comprensión de la voluntad de Dios para nosotros hoy. Conocer la Biblia, por lo tanto, es vivir la historia salvadora de Dios que nos lleva a servirle de todo corazón. 
 
2. Tomar una decisión consciente:
 
Para servir al verdadero Dios es preciso decidirlo conscientemente (24:14-15). Josué tomó la decisión de servir a Dios independiente de lo que decidiría el pueblo.
 
3. Vivir una vida santa:
 
El servicio al verdadero Dios exige una vida santa (24:19-21). Josué les muestra esa realidad: nunca podrán servir a Dios verdaderamente estando sus vidas manchadas por el pecado, no se puede servir a Dios manteniendo corazones duros y comprometidos con el pecado. 
 
4. Abandonar a los ídolos personales:
 
Si vamos a servir al verdadero Dios es preciso abandonar a nuestros ídolos (24:22-25). El texto es claro: “Desháganse de los dioses ajenos que todavía conservan. ¡Vuélvanse de todo corazón al Señor,". Como cristianos, aunque no tengamos imágenes u objetos religiosos sagrados que adorar, es posible que mantengamos, adoremos y sirvamos a ídolos personales. Todo aquello que en nuestra vida ocupe la primacía se torna en un ídolo personal, puesto que lo colocamos sutilmente y de forma muy "justificable" en el centro de nuestra vida, lugar que solo puede pertenecer a Dios. 
 
En conclusión, ante el libro de Josué y su invitación a que sirvamos de corazón al verdadero Dios, tenemos la oportunidad, dada por Dios, de vivir cada nuevo día basado en sólidos fundamentos de Su Palabra. Podemos construir nuestras vidas sirviendo a Dios bajo su gracia y su guía. En ese sentido, miremos hacia adelante, hacia el mundo y las personas que viven alejadas de Dios e inmersas en sí mismas y en sus ídolos. Son personas que nos aguardan a que les llevemos el mensaje restaurador del evangelio (LAS BUENAS NUEVAS). ¡Es preciso consagrarnos al servicio del verdadero Dios! 
 
Y...¿A quién servimos verdaderamente? ... A alguien siempre servimos… tú decides.
 
Ante esa pregunta y ante la fuerza de las palabras de Josué hay que decidirse por servir a Dios, conscientes de que ello nos conduce a dedicar por completo nuestra vida a ÉL y a SU obra, seguros de que Su voluntad siempre es completa y la mejor para nosotros. 
 
“Por mi parte, mi familia y yo, serviremos al Señor.”
Josué 24:15

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