¡NOS ENVIÓ UN PODEROSO SALVADOR!


“BENDITO SEA EL SEÑOR, DIOS DE ISRAEL,
porque ha venido a redimir a su pueblo.

NOS ENVIÓ UN PODEROSO SALVADOR
en la casa de David su siervo 
(como lo prometió en el pasado por medio de sus santos profetas),

para LIBRARNOS de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos aborrecen;

para MOSTRAR MISERICORDIA a nuestros padres al acordarse de su santo pacto.

Así lo juró a Abraham nuestro padre:
nos concedió que fuéramos libres del temor, al rescatarnos del poder de nuestros enemigos,

PARA QUE LE SIRVIÉRAMOS CON SANTIDAD Y JUSTICIA,

VIVIENDO EN SU PRESENCIA TODOS NUESTROS DÍAS.”

Lucas 1:68-75

La colocación del pesebre forma parte de la celebración navideña en muchas partes del mundo. En mi caso, gracias a la devoción de mi abuela en su elaboración, se convirtió en una tradición personal que hasta el día de hoy mantengo en mi hogar.

Como todo niño, el momento de la Navidad era mágico, nuestra casa adornada, luces por doquier, la preparación de los platos y dulces para celebrar el nacimiento del niño Dios, y por supuesto el tan añorado regalo. Son gratos y hermosos recuerdos que muchos de nosotros atesoramos en nuestros corazones y de alguna forma lo hemos tratado de pasar a nuestros hijos, sin embargo, desde el momento en que acepté a Cristo como mi único Salvador y Señor, mi perspectiva a la celebración de la Navidad ha cambiado. No es que mi sentimiento hacia este evento sea diferente, sino que el enfoque de mi alegría se ha redireccionado.

Cuando entendí que ese niño del pesebre cambió sus ropajes reales por unos de carpintero, que cedió su corona de Rey de Reyes por una de espinas, que salió de su trono para no tener una posada, que cambió la alabanza de ángeles por insultos, latigazos y escupitajos, y que -por amor- aun sabiendo que somos pecadores, tomó nuestro lugar en la cruz del Calvario, solo entonces, comprendí el verdadero significado de la Navidad: 

EMANUEL, DIOS CON NOSOTROS

Para poder trasmitir a nuestros hijos y seres queridos la importancia de lo acontecido en el pesebre de Belén, es vital explicar el glorioso acontecimiento en la Cruz del Calvario. Ese niño del pesebre ya no existe, creció y se hizo hombre, vivió una vida santa y tomo nuestro lugar en la Cruz para poder pagar completamente por nuestros pecados. Esto es motivo de inmensa alegría, este es el verdadero regalo de Navidad en nuestras vidas.

La pregunta es:
¿Aceptas ese regalo para ti?...

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