MANTENGAN SUS POSICIONES!
En la madrugada del 26 de Febrero de 1852 el navío de la armada británica "HMS Birkenhead " que había zarpado de Sudáfrica con 642 personas a bordo, chocó con una roca cerca del lugar conocido como "Punto peligroso" aproximadamente a 5 kms de la costa.
Este navío no solo transportaba personal militar, en esta zona de relativa seguridad se permitía el transporte de esposas e hijos de militares. El daño del buque era irreparable, de hecho 20 minutos después del accidente ya el barco comenzaba a destrozarse y hundirse. Pero estos 20 minutos fueron trascendentales no solo para las almas a bordo, sino también para innumerables vidas de allí en adelante.
Este navío no solo transportaba personal militar, en esta zona de relativa seguridad se permitía el transporte de esposas e hijos de militares. El daño del buque era irreparable, de hecho 20 minutos después del accidente ya el barco comenzaba a destrozarse y hundirse. Pero estos 20 minutos fueron trascendentales no solo para las almas a bordo, sino también para innumerables vidas de allí en adelante.
Después del impacto, el capitán y su segundo al mando reunieron a todo el personal militar. Luego de efectuar un análisis de los daños, determinaron que era inminente el hundimiento del buque en aguas infestadas de tiburones y a aproximadamente 5 kms de la costa. Su único medio de salvación eran 8 botes de los cuales sólo tres, luego del impacto, quedaban operativos. Con la tripulación y tropas a bordo con menos de un año de experiencia, el capitán y su segundo temían enfrentarse a una situación de anarquía y caos. El segundo en mando tomo la iniciativa de poner orden en cubierta. La historia no registra si las órdenes emitidas por el capitán y su segundo fueron exactamente "Las mujeres y los niños primero", pero todos los sobrevivientes del naufragio confirmaron que ellos dejaron perfectamente claro quienes debían estar en los tres botes salvavidas primero.
Antes de este evento, en la marina o en los buques militares, se acostumbraba que en caso de emergencia durante la guerra, cada hombre se salvaba a sí mismo. Sin embargo, esta nave transportaba algo muy valioso: mujeres y niños. En 10 minutos los tres botes fueron llenados y los bajaron para que se alejaran del hundimiento del barco.
Cuando el barco comenzó a retorcerse los hombres entraron en pánico, amenazando con saltar por la borda y nadar hacia los botes. Convencido de que esto significaría la muerte inevitable de las mujeres y los niños en los botes, dos oficiales levantaron sus sables y gritaron a los hombres: ¡MANTÉNGANSE FIRMES!.
Sin dudarlo, todos los hombres quedaron en su lugar en firme obediencia, aun cuando debajo de ellos el agua se los tragaba arrastrándolos a la muerte. Solo un puñado de soldados pudieron nadar hasta la orilla y sobrevivir los ataques de tiburones. La mayoría murió... incluyendo el capitán y el resto de los oficiales. No obstante todos los que iban en los botes sobrevivieron.
No fueron pocos los hombres buenos que perdieron su vida ese día para que un grupo de mujeres y niños conservarán la suya. Los sobrevivientes contaron que aun cuando el barco se hundía, ninguno de los hombres, que luchaban por sus vidas en las aguas heladas y plagadas de tiburones, hizo el intento de acercarse a los botes. Se les pidió que se mantuvieran firmes y como resultado todas las mujeres y niños se salvaron.
Luego de esta acción, "Las mujeres y los niños primero" se convirtió en el protocolo no solo para emergencias futuras en Inglaterra, sino también para la mayoría de las emergencias en el mundo. Debido a que estos hombres asumieron su hombría, no solo permitieron que esa preciosa carga, mujeres y niños, se salvara sino que además dejaron un legado para la posteridad.
En la actualidad nuestros seres amados están sometidos a constantes amenazas y ataques, aguas infectadas de tiburones, una estructura familiar que se está desmoronando y una sociedad que se está hundiendo. Como hombres del Reino y líderes espirituales en nuestro hogar, debemos cerrar filas y mantenernos firmes. Somos servidores de un Reino. Dios es nuestro Rey. Cristo es nuestra cabeza, nuestro líder. Él nos ha pedido que nos mantengamos firmes. Él nos pide que entreguemos toda nuestra lealtad a la autoridad de Cristo reconociendo su señorío sobre nuestra vida, cueste lo que cueste.
Nuestra responsabilidad como hombres es asegurarnos que aquellos bajo nuestro cuidado, quienes dependen de nosotros y los que están bajo nuestra esfera de influencia, tengan todas las oportunidades posibles de recibir protección, provisión y seguridad.
- Mantengámonos firmes propiciando un ambiente de seguridad, paz y armonía en nuestra familia.
- Mantengámonos firmes defendiendo y protegiendo la estructura familiar tal y como fue diseñada por Dios.
- Mantengámonos firmes promoviendo en nuestros seres queridos el amar a Dios con todo su corazón, con toda su mente y con todas sus fuerzas.
- ¡Mantengámonos firmes en nuestra disposición de estar bajo la cobertura y liderazgo de Cristo en nuestras vidas!
Un hombre del reino toma como modelo al más grande Hombre del Reino, quien hace unos dos mil años rescató a un mundo desolado cuando, en lugar de buscar una alternativa a su calvario o llamar a doce legiones de ángeles para que lo liberaran de la cruz, se sometió voluntariamente a las órdenes de su Capitán y Rey y se mantuvo firme por todos aquellos que, de lo contrario, perecerían.
"Sean fuertes y valientes..., pues el Señor su Dios
siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará”
Deuteronomio 31:6
“Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe;
sean valientes y fuertes”
1 Corintios 16:13
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