VOLVIENDO A DONDE DEJAMOS A DIOS
“...y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches.”
Jonás 1:17
En nuestra última entrega dejamos a Jonás, nuestro profeta terco y rebelde, en el vientre de un gran pez.
La verdad es que leyendo este pasaje bíblico podemos apreciar que nuestras reacciones como seres humanos no han cambiado mucho desde la época en que vivía este profeta de Dios. En el caso de Jonás, podemos ver que él no oró cuando decidió huir del Señor a Tarsis, no oró en el medio de la tormenta, ni siquiera oró cuando lo lanzaron por la borda del barco. Solo cuando lo tragó el pez, cuando estuvo atrapado, desesperanzado, en un lugar húmedo y sin salida, Jonás oró al Señor.
“Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el vientre del pez,”
Jonás 2:1
Desafortunadamente ese es el comportamiento que comúnmente tenemos muchos cristianos. No hacemos lo correcto sino hasta que nos tragan. Sólo cuando estamos confinados en un lugar húmedo, oscuro y sin salida, es que normalmente reconocemos quién es Él, buscamos SU presencia y ayuda en oración, tal y como lo hizo Jonás:
“Cuando dentro de mí desfallecía mi alma, me acordé de ti, Señor, Y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo.”
Jonás 2:7
Y tú, ¿Estas atrapado en un foso ahora?
Honestamente, nadie desea estar en una situación difícil, en un foso húmedo, oscuro y sin esperanza. Sin embargo, si es lo único que te ha sacudido para regresar a la cima y puede ayudarte a volver tu rostro a Dios, entonces comienza por darle gracias a Dios por esa circunstancia en tu vida.
Cuando nos vemos cara a cara con una situación adversa, un diagnóstico no esperado, una crisis personal, familiar, económica, ó estamos en el fondo del mar y vemos la boca del pez abierta y lista para tragarnos, hacemos muchas promesas a Dios que lamentablemente terminamos no cumpliendo. Aclaro en este particular que no me refiero a promesas del tipo: me vestiré de nazareno, te prenderé velas, llevaré a mi hijo, iré de rodillas, no comeré más chocolate, etc. Dios no se compra, ni su voluntad se mueve a través de una transacción comercial. A lo que me refiero es a cumplir con el propósito para el cual fuimos creados cada uno de nosotros. Esto lo entendió finalmente Jonás y le dijo a Dios:
“Pero yo, con voz de alabanza, te ofreceré sacrificios y cumpliré mis promesas...»”
Jonás 2:9
Como profeta, Jonás había hecho una promesa al Todopoderoso, predicar la Palabra de Dios.
Otro aspecto importante a considerar es que Dios no actuó hasta que Jonás se acordó de ÉL, confesó y lo entendió bien. Muchas veces esperamos que Dios haga algo sin nosotros haber actuado. Cuando Jonás reconoció al Señor, Él ordenó al pez que lo vomitara:
“Y el Señor ordenó al pez que vomitara a Jonás en tierra.”
Jonás 2:10
Como cristianos podemos obedecer a Dios inmediatamente e ir a nuestra Ninive ó dejar que sea ÉL quien nos regrese y nos lleve. La segunda opción pudiera ser no muy placentera, sin embargo, a veces esto es lo que necesitamos, porque no queremos que nadie nos diga que hacer con nuestras vidas.
Lamentablemente, en muchas ocasiones, no lo entendemos sino hasta cuando tocamos fondo o estamos en la barriga del pez.
Interesante esto, Jonás, aún estaba húmedo en la playa cuando Dios se le acercó y le dijo:
“La palabra del Señor vino a Jonás por segunda vez, y le dijo: «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, y proclama allí el mensaje que yo te daré.»”
Jonás 3:1-2
El Señor le dijo a Jonás lo mismo que le había dicho la primera vez. ¡Dios no cambio!
Entonces, si sabemos que ÉL no cambiará, sería conveniente obedecerlo la primera vez, ¿No?
Quizás muchos de nosotros no somos profetas, sin embargo, tenemos una misión y un propósito para el cual ÉL nos creó. Pidamos al Señor que nos de la sabiduría y el discernimiento para verlo claramente y luego tengamos el valor de cumplir nuestras promesas para nuestro bien, de quienes nos rodean y sobre todo para la Gloria de Dios.
Qué forma de regresar al punto de partida, qué forma de volver a donde Jonás dejó a Dios. ¿No?
¿Estas actualmente viajando hacia Tarsis
en medio de una tormenta?
ó
¿Estas en el vientre de tu enorme pez?
En una próxima entrega continuaremos con la segunda oportunidad que Dios le da a este profeta.
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