CONSIDERA ACEPTAR ESTA INVITACIÓN

En ocasiones me he conseguido con personas que al momento de tocar el tema de su relación con Dios su respuesta inmediata es ESTOY OCUPADO AHORA... ESTOY ESPERANDO EL MOMENTO ADECUADO.

Si intentáramos medir cuántas veces repetimos la frase “estoy tan ocupado”, nos sorprendería el resultado. No digo que sea mentira, aunque perfectamente el “estoy tan ocupado” puede ser la excusa perfecta como para eludir trabajos y responsabilidades que no tenemos ganas de asumir o a personas que simplemente no queremos ver. En el caso de nuestra relación con Dios, responder "estoy ocupado" significa simplemente que no la consideramos importante y "puede esperar".
 
Siendo benevolentes, es cierto que nuestros trabajos, el hogar, los estudios, enfermedades, problemas que nunca faltan o las exigencias propias de las diferentes etapas de nuestra vida, ocupan gran o la mayor cantidad de nuestro tiempo, manteniéndonos "muy ocupados". Pero, de igual manera, tomemos en consideración que, por lo general, somos libres para elegir aquello que nos va a mantener ocupados y eso que nos mantiene ocupados refleja nuestros valores y nuestras prioridades. Estar llenos de actividades, sin tiempo para lo más importante, puede ser resultado de prioridades poco claras y mala planificación, y las consecuencias pudieran ser de trascendencia eterna.
 
Jesucristo mismo nos lo muestra en la Parábola del Gran Banquete:
 
"Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas".
 
A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.”
 
"Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse".
 
El primero le dijo: 'Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes.'
 
Otro adujo: "Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes."
 
Otro alegó: "Acabo de casarme y por eso no puedo ir."
 
El siervo regresó y le informó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” “Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” Entonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa.
 
Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”
(Lucas 14:16-24)
 
Oro para que Dios nos ayude a tener claras Sus prioridades y propósitos en nuestra vida, a ordenar nuestro tiempo y sacar de nuestras apretadas agendas lo que nos hace perder lo más valioso e importante. Que tengamos un corazón humilde y dispuesto a aceptar la invitación de nuestro Padre Celestial.
 
No olvides que estás cordialmente invitado
a la gran cena que Dios te tiene lista.

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