Y EL NIÑO CRECIÓ!


Cuando entramos en Navidad pareciera que nuestros corazones dieran un vuelco, la alegría se exacerba, nuestra ánimo en general cambia.
Se combinan distintas emociones, entre gratos recuerdos, la tristeza de seres queridos que nos dejaron y un sentimiento de gozo que a veces no entendemos.

Todo esto es legítimo y como seres humanos experimentamos toda esa variedad de sensaciones, sin embargo, si entendemos y sentimos la verdadera importancia de La Navidad, un acontecimiento único en la historia de la humanidad, a nuestro espíritu solo le quedaría reaccionar con alegría ante su Creador.

Este fue un acontecimiento que apuntaló la fe de José y María, quienes con humildad y en obediencia se sometieron a la voluntad del Señor, arriesgándolo todo:

"El ángel se acercó a ella y le dijo: ¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo...No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor le dijo el ángel. Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin. ¿Cómo podrá suceder esto -le preguntó María al ángel-, puesto que soy virgen? El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios...Porque para Dios no hay nada imposible. Aquí tienes a la sierva del Señor -contestó María-. Que él haga conmigo como me has dicho. -  Lucas 1:28-35

“ …María, estaba comprometida para casarse con José, pero antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto. Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados…Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa. Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo, a quien le puso por nombre Jesús.  - Mateo 1:18-25

Fue un evento que cambió los corazones de aquellos pastores que imagino sorprendidos, temerosos y a la vez emocionados por las buenas noticias recibidas:

“Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. - Lucas 2:10-11

Este acontecimiento hizo que unos sabios, desde tierras muy lejanas, emprendieran un largo camino para conocer y postrarse ante el Rey de Reyes:

“Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente. ¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? preguntaron. Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo. Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra” - Mateo 2:1-2, 11

El profeta Isaías predijo su llegada aproximadamente 700 años atrás cuando dijo: 

“Porque nos ha nacido un niño” 
Isaías 9:6.

¡Y no cualquier niño! El Rey de Reyes se hizo hombre para ser TODO para nosotros. Nuestro Consejero, nuestro modelo, nuestra Fortaleza, nuestro Padre eterno, nuestro Príncipe de Paz.

“Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Se extenderán su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. - Isaías 9:6-7

Su llegada nos ha traído luz en este mundo de oscuridad, la luz que solo proviene de Jesús:

“El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido” - Isaías 9:2

Esa luz que debe ser esparcida a través de nuestras vidas como agradecimiento perpetuo a su infinito acto de amor y como obediencia a Su Palabra.

“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa” - Mateo 5:14

De igual manera ese niño indefenso, humilde, que no tuvo una cama donde nacer. Dejó su trono celestial y lo cambió por un sucio establo, oloroso a estiércol. Ese Rey, por amor a ti y a mí, cambió su corona de joyas por una de espinas. ÉL es nuestro libertador, nuestra esperanza para librarnos de las ataduras que nos tenía el pecado. Esas cadenas que fueron rotas en esa cruz del Calvario cuando expirando su último aliento de vida dijo “Consumado es"

Celebremos la Navidad con la alegría de saber que nuestro salvador nació, sin embargo nuestra alegría debe convertirse en gozo cuando nos damos cuenta que ese niño creció, que vivió una vida perfecta -que ni tu ni yo podemos vivir-, que se sometió a la voluntad del Padre -por amor a ti y a mí-,  y que padeció y murió cruentamente la muerte que merecemos tu y yo. 

 Aquí me preguntarías, y … ¿Qué es lo hermoso de esto?, Pues bien lo hermoso de esta historia es, que ese niño que creció y murió por ti y por mí, resucito, y está vivo, glorificado y sentado a la diestra del Padre para interceder por ti y por mi diariamente.

Cuando nuestros corazones se regocijen en estas fiestas decembrinas, recordemos que Jesús ya no es un niño, esa cuna de paja, esa cruz del Calvario, y, sobre todas las cosas, su tumba, están vacías. ¡Aleluya!

Celebremos en esta Navidad la llegada de nuestro Salvador y aun mas llenémonos de Gozo pues tenemos un Dios vivo, amoroso y justo que no tuvo reparo, por amor a nosotros, en dejar Su Trono Celestial para alcanzarnos a ti y a mí.

Confía en Jesús. 
Todos estos nombres hermosos demuestran lo que Él 
puede hacer y ser por ti y por mí. 

Como dijo Juan el Bautista:

“He aquí el Cordero de Dios, 
que quita el pecado del mundo” 
Juan 1:29

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