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YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA
Estoy seguro que muchos de ustedes, quienes han conocido a Jesucristo y cuyas vidas han cambiado radicalmente, sienten en sus corazones la necesidad de compartir con otros esas buenas noticias y ese inmenso e inmerecido regalo que se llama Gracia. (Por cierto, este último concepto es por sí mismo un punto para análisis y estudio completo).


 
Una de la formas más prácticas, directas y claras de presentar el Evangelio, (las buenas nuevas de Dios) es lo que algunos denominan "el camino de romanos".
Este camino comienza con un diagnóstico de nuestra situación actual:
 
ROMANOS 3:23  - Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.
Lo primero, y personalmente creo lo más esencial para poder avanzar y aceptar este mensaje, es reconocer que todos somos pecadores. Lamentablemente nuestras reacción - posiblemente la más común- es la de compararnos con otros. Por supuesto nos comparamos con lo peor (asesinos en masa, violadores, traficantes de drogas, prostitutas, Hitler, Osama Bin Laden, etc...). “Yo soy mejor que esas personas… Claro que de vez en cuando digo unas mentiras blancas, pero pecador nooooo!”...sin embargo lo que dice la Palabra de Dios es diferente: TODOS somos pecadores.
 
Una vez que nos damos cuenta de nuestra realidad, es importante conocer las consecuencias de nuestra situación:
ROMANOS 6:23  - Porque la paga del pecado es muerte, ...
Dios es amor, así es, pero también Dios es justo y sobre todo es Santo, Santo, Santo! El pecado y Dios no pueden cohabitar. El hecho de que Dios es justo significa que administrará justicia de acuerdo a Sus estándares, que por cierto estándar es perfección. Malas noticias ¿no? Por más acciones de caridad que hagas, ritos que cumplas, o en general buenas obras que hagas, jamás llegaras al estándar de Dios.
 
Todos estamos en esa condición y el apóstol Pablo nos describe claramente la consecuencia en Romanos 1:18. “La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad y maldad de quienes con su injusticia obstruyen la verdad
Conocer el diagnóstico (somos pecadores) y la  consecuencia (la ira de Dios) nos ayudará a entender nuestra innegablemente deplorable situación y el extraordinario poder del evangelio. Así que huyamos de la ira de Dios, y amparémonos en el precioso poder del evangelio de Dios y su inmenso amor.
 
El punto culminante de este proceso es considerar seriamente lo que pasó en la cruz:
ROMANOS 5:8  - Pero Dios demostró su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Debemos darnos cuenta de lo que Dios, y solo Dios, hizo por ti y por mí.
Cuando nos damos cuenta de que:
  • Solo Jesucristo estaba capacitado para pagar el precio por tus pecados y los míos, y estuvo dispuesto a ello en la cruz,
  • Solo Jesucristo murió en la cruz en nuestro lugar.
  • Solo Jesucristo murió para redimirnos, obteniendo, de una vez  por todas, el perdón de tu pecado y el mío en la cruz.
Cuando asumimos esta realidad no podemos hacer otra cosa que volcar y mantener nuestro corazón y mirada solo en EL.
 
Finalmente, nos queda tomar responsablemente una decisión personal  en nuestra vida:
ROMANOS 10:9-10 - Si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
¿Estás dispuesto a dar este paso trascendental de fe en tu vida?
 
Este es un primer paso como una nueva criatura en Cristo. ¡El paso que nos salva! Sin embargo,  el camino continua: busca conocer más del  carácter y voluntad de Dios en la Biblia, congrégate para que puedas alabarlo, crecer y ser parte activa del Cuerpo de Cristo y finalmente busca agradarlo en tu vida con tus buenas obras para que esa bendición que recibiste fluya a otros para la expansión del Reino de nuestro amado Padre.
Conocer la verdadera condición de nuestro corazón, la naturaleza del pecado, y la justicia de la ira de Dios, nos permitirá entender el poderoso evangelio, amarlo, quererlo, recrearnos en él y compartirlo como nunca antes.
 
¡Comparte las buenas nuevas!

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