ANIMANDONOS LOS UNOS A LOS OTROS
Apreciados
hermanos en Cristo, tomo como punto de partida las palabras del aposto Pablo, a
los tesalonicenses donde los exhorta a que se animen y ayuden mutuamente. De la
misma forma les da claras instrucciones para que vivan una vida que agrada a
Dios y beneficie a quienes los rodean.
"Por
lo tanto, anímense y edifíquense unos a otros,
como en efecto ya lo hacen.
Hermanos, les rogamos que sean considerados con los que trabajan entre ustedes,
y que los instruyen y dirigen en el Señor. Ténganlos en alta estima y ámenlos
por causa de su obra. Y ustedes, vivan en paz. También les rogamos, hermanos,
que les llamen la atención a los ociosos, que animen a los de poco ánimo, que
apoyen a los débiles, y que sean pacientes con todos. Tengan cuidado de que
nadie pague a otro mal por mal; más bien, procuren siempre hacer el bien, tanto
entre ustedes como con los demás. Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den
gracias a Dios en todo, porque ésta es su voluntad para ustedes en Cristo
Jesús. No apaguen el Espíritu. No menosprecien las profecías. Examínenlo todo;
retengan lo bueno. Absténganse de toda especie de mal". - 1Tesalonicenses
5:11-22 (RVC)
Ojalá que nuestros corazones ardan y el Señor nos conceda la bendición, como la recibida por aquellos dos discípulos de Jesús en el camino a Emaus, para que nuestros ojos sean abiertos completamente y lleguemos a conocer y ver la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Estas
sabias palabras resuenan con más urgencia hoy en día. En un mundo donde los principios y valores
cristianos están desapareciendo a cada minuto. Donde cada vez es más difícil llevar
la Palabra de Dios o siquiera nombrar a Jesús en nuestros ambientes de trabajo
o las escuelas donde van nuestros hijos.
Es
momento de renacer, de resplandecer, de apoyarnos mutuamente, de reflejar en otros el poder y el carácter
de Dios a través de nuestras vidas.
Ojalá que nuestros corazones ardan y el Señor nos conceda la bendición, como la recibida por aquellos dos discípulos de Jesús en el camino a Emaus, para que nuestros ojos sean abiertos completamente y lleguemos a conocer y ver la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
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