De vez en cuando todos enfrentaremos adversidades, desalientos, o decepciones. En este camino que se llama vida sufriremos cambios drásticos y pérdidas que en ocasiones hasta pueden dejarnos sin aliento. Cuando estamos en medio de esas tormentas, cuando nos sentimos caídos y desesperanzados, nuestro Padre Celestial está listo para levantarnos y protegernos.
“Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!
Comenzar una familia es una de las decisiones más trascendentales (si no la más) de nuestras vidas. Este proceso, que debiera llegar después de un profundo análisis y meditación, desafortunadamente no se inicia comúnmente con la seriedad debida.