LUCHAR POR NUESTRAS FAMILIAS REQUIERE UNA FE GENUINA Y ACTIVA
En la entrega pasada vimos cómo Dios instruyó a
Josué, indicándole que se preparara para conquistar la tierra que ÉL le había
prometido a su pueblo. La ciudad de Jericó estaba en la tierra de Canaán y era
la puerta de acceso a la Tierra Prometida desde el Oriente. Josué envió dos espías
a la ciudad para detectar sus puntos fuertes y débiles, estos se refugiaron en
casa de una prostituta llamada Rajab.
“Luego Josué hijo de Nun envió secretamente, desde Sitín, a dos espías
con la siguiente orden: «Vayan a explorar la tierra, especialmente Jericó». Cuando
los espías llegaron a Jericó, se hospedaron en la casa de una prostituta
llamada Rajab”
Josué 2:1
Pero…, ¿Quiénes eran los habitantes de esa ciudad fuertemente amurallada, quienes eran los Cananeos?
Según los historiadores bíblicos, los cananeos,
habitantes en Jericó, eran paganos, adoraban a sus dioses cometiendo excesos
inmorales, y practicaban el sacrificio de niños. Las festividades religiosas
cananeas sacaban lo peor de la naturaleza humana. En ese contexto vivía una
prostituta llamada Rajab quien, asumiendo un riesgo inmenso, recibió y protegió
a los espías enviados por Josué.
“Pero el rey de Jericó se enteró de que dos espías israelitas habían entrado esa noche en la ciudad para reconocer el país. Así que le envió a Rajab el siguiente mensaje: «Echa fuera a los hombres que han entrado en tu casa, pues vinieron a espiar nuestro país». Pero la mujer, que ya había escondido a los espías, le respondió al rey: «Es cierto que unos hombres vinieron a mi casa, pero no sé quiénes eran ni de dónde venían. Salieron cuando empezó a oscurecer, a la hora de cerrar las puertas de la ciudad, y no sé a dónde se fueron. Vayan tras ellos; tal vez les den alcance”.
Josué 2:2-5
UNA FE QUE NOS HACE
SOMETERNOS
Rajab era una idólatra que vendía su cuerpo, y tal
vez se hubiera ganado una buena recompensa por entregar a los espías, no
obstante, conocía del Dios de los judíos, y por fe en Él, optó por protegerlos
y no denunciarlos, desobedeciendo al rey, arriesgando su vida y la de su
familia. Era una mujer cuyo nombre es calificado con su oficio, el de ramera,
una posición muy poco honrosa, sin embargo, nos representa a cada uno de
nosotros, como pecadores necesitados de Dios.
“Antes de que los espías se acostaran, Rajab subió al techo y les dijo:
—Yo sé que el Señor les ha dado esta
tierra, y por eso estamos aterrorizados; todos los habitantes del país
están muertos de miedo ante ustedes. Tenemos noticias de cómo el Señor secó las
aguas del Mar Rojo para que ustedes pasaran, después de haber salido de Egipto.
También hemos oído cómo destruyeron completamente a los reyes amorreos, Sijón y
Og, al este del Jordán. Por eso estamos todos tan amedrentados y descorazonados
frente a ustedes. Yo sé que el Señor y
Dios es Dios de dioses tanto en el cielo como en la tierra. Por lo tanto,
les pido ahora mismo que juren en el nombre del Señor que serán bondadosos con
mi familia, como yo lo he sido con ustedes. Quiero que me den como garantía una
señal de que perdonarán la vida de mis padres, de mis hermanos y de todos los
que viven con ellos. ¡Juren que nos salvarán de la muerte!”
Josué 2:8-13
Rajab mostró su fe hacia ese Dios que ella
misma testificó como “el Señor y Dios es
Dios de dioses tanto en el cielo como en la tierra” La misma evidencia que persuadió
a Rajab a seguir a Dios, parecía haber endurecido al resto del pueblo Cananeo. Ella
creyó en el Dios liberador y
protector del pueblo judío, reconoció su gran poder y tomó la decisión de someterse a ÉL para su salvación. Por su
Fe y la Gracia de Dios, no solo salvó su vida y la de su familia, sino también
trascendió más allá de lo que ella pudo imaginar.
UNA FE QUE NOS CONDUCE
A LA ACCIÓN
La fe salvadora, genuina y activa, como he
escuchado decir en tantas ocasiones a mi esposa, es una firme convicción que nos lleva someternos al Todopoderoso,
impulsándonos a caminar en concordancia con Su Palabra.
Someterse implica dos elementos importantes:
- El primero es rendirnos a la voluntad de nuestro Padre Celestial, incluso negando la nuestra,
- El segundo es comprometernos a cambiar nuestra vida, es decir, realmente tener un arrepentimiento que nos lleve a modificar pensamientos, actitudes, etc., que nos impulse a actuar en consecuencia. Sencillamente, que nuestras acciones sean coherentes con lo que creemos y busquemos SIEMPRE agradar a nuestro Padre Celestial.
“Entonces Rajab los bajó por la
ventana con una soga, pues la casa donde ella vivía estaba sobre la muralla
de la ciudad. Ya les había dicho
previamente: «Huyan rumbo a las montañas para que sus perseguidores no los
encuentren. Escóndanse allí por tres días, hasta que ellos regresen. Entonces
podrán seguir su camino».
Josué 2:15-16
“Los hombres le dijeron a Rajab: —Quedaremos libres del juramento que te
hemos hecho si, cuando conquistemos la tierra, no vemos este cordón rojo atado
a la ventana por la que nos bajas. Además, tus padres, tus hermanos y el resto
de tu familia deberán estar reunidos en tu casa...—De acuerdo —respondió
Rajab—. Que sea tal como ustedes han dicho. Luego los despidió; ellos
partieron, y ella ató el cordón rojo a
la ventana.
Josué 2:17-21
Rajab se convirtió en una mujer de fe ejemplar (Hebreos 11:31), e incluso es parte de
la genealogía del Señor Jesú (Mateo 1:5).
Su historia es una historia de gracia y redención.
Muchos podemos sentir o pensar que no merecemos
estar cerca de Dios, pues nuestro pasado quizás no es para ponerlo en Facebook
y nuestros pecados son tan grandes que nos impiden acercarnos a Él. Esta
historia nos muestra que nuestro pasado no determina nuestro futuro. Por la Fe
de Rajab y la Gracia de Dios sobre su vida, ella pasó de habitar con un pueblo
destinado a la destrucción a vivir en medio del pueblo escogido por Dios (Josué 6:25).
Recordemos que Dios no hace acepción
(parcialidad – favoritismo) de personas, ni nadie es insignificante a la vista
del Todopoderoso. Sin embargo, ÉL nos dio el libre albedrio y debemos ser nosotros
quienes demos el paso de Fe, lo reconozcamos, nos arrepintamos y hagamos un
giro real en nuestras vidas que nos lleve a seguir SUS pasos día a día, para la
Gloria del Todopoderoso y el bien nuestro y de quienes amamos.
Cuando escuchamos el evangelio, que es la buena
noticia de lo que Cristo ha hecho por nosotros, no sólo debemos creerlo como un
hecho histórico, sino que también debemos confiar en Cristo como NUESTRO SALVADOR
PERSONAL y más importante aún COMO EL SEÑOR DE NUESTRAS VIDAS. Esto es simplemente,
buscarlo diariamente con un corazón humilde y dispuesto, escuchar su voz,
confiar en ÉL y obedecerlo.
No sé qué circunstancias estás viviendo, Dios
si lo sabe, quizás es momento de tomar tu propia decisión y buscar un cambio radical
en tu vida que te lleve a los pies de nuestro Padre Celestial.
Tenemos un Dios Justo,
de Gracia y Misericordia que esta siempre dispuesto a recibirnos en sus brazos,
si volvemos a ÉL con un corazón verdaderamente arrepentido.
“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan”
Hebreos 11:6
Hebreos 11:6
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